
El mercado es soberano, al menos, a priori, y el canje para una posible operación entre Bankia y CaixaBank sigue inamovible una semana después de que ambas entidades hicieran públicas sus conversaciones. Desde el pasado viernes, momento en el que la bolsa recogió la posible fusión entre ambos bancos, el peso que cada entidad tendría en el capital prácticamente no se ha movido, a pesar de que la revalorización en bolsa para la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri prácticamente triplica la de la catalana.
En las últimas cinco sesiones Bankia se anota una subida en bolsa de casi el 35%, hasta rozar los 1,40 euros (máximos de febrero) frente al 12% de CaixaBank, que supera los 2,03 euros por acción. Ya se situó por encima de esta cota en julio.
El arbitraje que ha realizado el mercado para la operación que podría dar lugar al mayor banco español por volumen de activos en nuestro país se ha mantenido estable a lo largo de la última semana. El día previo al anuncio a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la capitalización de Bankia cerró en los 3.178 millones de euros, frente a los 10.859 millones del valor bursátil de CaixaBank. Aquella sesión, la ex caja madrileña representaba un 22,64% de la futurible entidad. Tras conocer la noticia, el mercado comenzó a recolocar a cada jugador sobre el peso teórico que tendrán en el capital de la futura entidad. El cierre de este jueves ha sido el más favorable para Bankia, cuando su capitalización ha superado los 4.270 millones de euros, lo que implicaría contar con el 25,9% del nuevo banco o una de cada cuatro acciones.
El Estado, que controla actualmente el 61,81% del capital de Bankia a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), se quedaría con el 16% a los precios actuales. Criteria, el brazo inversor de La Caixa, que tiene el 40% del capital de la catalana alcanzaría un peso en la nueva entidad del 29,6%, según la capitalización actual de ambas compañías.
Si se tienen en cuenta el valor de activos de cada banco, este canje resultaría algo más favorable para Bankia. A cierre del primer semestre, los casi 218.500 millones de euros en activos representarían el 34% del total de ambas, a los que CaixaBank aportaría otros 445.572 millones de euros. La cuestión es que entran en juego otras variables, como el riesgo de esos activos, el peso hipotecario o la solvencia.
¿Prima por Bankia?
Distintas firmas de análisis han repetido durante los últimas días que el Estado, que ya habría dado su visto bueno a la operación, podría exigir cierta prima para Bankia con el objetivo de dar una mejor imagen pública, tras la inyección de capital de 22.400 millones de euros en 2012. Pero la pregunta es ¿hasta dónde estaría dispuesto CaixaBank a llegar?
Desde Barclays consideran que una "prima del 20%" sobre la media a la que ha cotizado Bankia en los últimos dos meses "sería el máximo a pagar" por la entidad que capitanea Gonzalo Gortázar. Esto implica que, si la referencia de ese precio medio es 1,11 euros por acción, CaixaBank no iría más allá de los 1,33 euros. Esto es un 4,2% por debajo de la cotización actual de Bankia, en 1,39 euros.
Si esa prima llegara "al 30%", esto es un precio de 1,44 euros, "la aportación al BPA (beneficio por acción) para los inversores de CaixaBank sería mucho menos atractiva", sentencian. A los expertos de la firma británica no se les escapa el hecho de que el Gobierno busca "maximizar" su inversión en Bankia y ello pasa por una vocación de permanencia en el medio y largo plazo hasta que la fusión de ambas entidades empiece a dar sus frutos.
Yendo un paso más allá, si se tomara como referencia el precio medio de cotización de Bankia los seis meses previos al crash de mercado, es decir de septiembre a febrero de este año, éste fue de 1,75 euros, lo que daría un recorrido adicional del 26% a las acciones de la entidad en el mercado.
Barclays valora, además, la opción de que existan "requerimientos adicionales de capital para cubrir los costes de la fusión", que oscilarían entre los 450 y los 1.200 millones de euros. En un escenario base, en el que la mitad de los empleados de cada banco fuera despedido, esto implicaría unos 1.100 millones de euros en costes de reestructuración, según los analistas.